Frank Flores para Unsplash+
Hay momentos en los que sentimos que algo nos frena, que las ganas siguen ahí pero la energía no fluye, que miramos al espejo y no nos vemos del todo. Y muchas veces, la clave para avanzar no está en añadir más, sino en soltar lo que ya no nos suma. Aquí te comparto cinco cosas que decidí eliminar, o estoy en camino de hacerl, para acercarme a mi mejor versión.
Excusas:
Durante mucho tiempo me dije: “Ya mañana”, “Cuando tenga más tiempo”, “Cuando esté lista”… Pero las excusas son cadenas suaves que evitan que actuemos. Cuando las dejas ir, te das permiso de empezar ahora, aunque no tengas todo resuelto. Empieza con un paso pequeño, y verás cómo se mueve todo lo demás.

Perfeccionismo paralizante:
La perfección es un escenario que rara vez corresponde a la vida real. Yo solía esperar el look perfecto, la colección perfecta, el momento perfecto… hasta que entendí que el estilo más auténtico nace de lo imperfecto. De caminar tu camino, no el de otro. De mostrar lo que eres, no lo que esperan que seas.
Miedo al cambio:
El hábito, lo conocido, lo cómodo… puede parecernos seguro, pero muchas veces es lo que más nos limita. El miedo al cambio me mantenía estancada. Cuando lo enfrenté, me di cuenta de que el cambio invita a la vida. A nuevas formas de ver, de crear, de vestir, de sentir.

Necesidad de controlarlo todo:
Querer tenerlo todo bajo control puede parecer responsable, pero también extenuante. Yo he vivido con agenda rígida, resultados medidos, expectativas altas. Hasta que aprendí a soltar el mando un poco, a confiar en el proceso, en la creatividad, en la intuición. Y ahí, justo ahí, apareció espacio para lo inesperado, para lo auténtico.
Compararte con otros:
Mirar lo que hacen los demás y medirnos contra eso es un juego sin final. Yo cambié ese hábito por uno más generoso: mirarme a mí misma, ver qué quiero, qué me hace vibrar, qué historia quiero contar con mi estilo, con mi vida. Cuando dejas de competir, te liberas. Y te encuentras.

Eliminar no es un acto de renuncia pesado, sino un acto de amor propio. Es decidir que tu energía merece ser usada para construir, no para sostener lo que ya no vive en ti. Cuando eliminas lo que no te sirve, creas espacio para lo que sí te eleva. Para ese estilo con alma, para esa moda que te pertenece, para esa versión de ti que siempre estuvo allí y solo necesitaba permiso para aparecer. Así que si estás lista para dar el paso… hazlo. Elige tu libertad. Elige tu verdad.
Y observa cómo el mundo empieza a ajustarse a tu velocidad.