Esta vez no pido más, esta vez pido menos

Foto de Klara Kulikova en Unsplash

¿La vida se trata de sumar? Experiencias, personas, proyectos, metas. Más trabajo, más logros, más viajes, más conversaciones, más compromisos. Vivía con la sensación de que siempre faltaba algo, de que el siguiente “más” era la llave para llegar a esa versión plena de mí misma donde todo tendría sentido. Pero al ritmo de ese impulso constante llegó también un cansancio distinto, uno que no se manifiesta en el cuerpo, sino en el alma: ese agotamiento silencioso que aparece cuando has llenado todos los espacios, todas las horas y todas las expectativas, y aun así hay algo dentro que sigue reclamando verdad.

Entonces entendí que el problema nunca fue la falta de “más”, sino el exceso. Demasiada información, demasiados sueños a medio camino. Demasiado ruido. Y fue ahí, justo cuando ya no cabía nada más, que apareció una idea luminosa: esta vez no quiero más, esta vez quiero menos. Menos ruido para escucharme, menos confusión para recordar lo esencial, menos personas para dedicarme a quienes realmente son mis lugares seguros. Empecé a desear llegar más ligera: sin equipaje emocional ajeno, sin historias que ya no me definen, sin la obligación de sostener todo lo que ya pesa más de lo que aporta. Descubrí que lo único que quiero llevar conmigo es lo que me abraza, lo que me expande, lo que me recuerda que el amor es la verdad y que la mentira es dudar.

Hoy quiero lo mismo que antes, pero sin lo que me impidió disfrutarlo. Quiero visitar los mismos lugares, pero sin necesidad de moverme tanto; quiero la misma música, pero sin el ruido; quiero los mismos sueños, pero sin convertirlos en cargas. Quiero paz, creatividad y presencia. Quiero lo que ya está, pero sin todo lo que antes me alejaba de ello. Porque la vida no exige demasiado para que exista lo suficiente. A veces lo único necesario es soltar lo que ahoga para permitir que respire lo que importa.

Elegir menos es un acto profundo de honestidad. Implica observar la vida con atención y preguntarte qué sigue teniendo sentido. Significa cuidar tu energía como el recurso más valioso y entender que no se trata de renunciar al mundo, sino de elegirlo mejor. Descubrí que lo que me hace bien no siempre es lo más ruidoso ni lo más grandioso, sino lo más auténtico.

Hoy ya no quiero más metas acumuladas ni más voces opinando ni más expectativas ajenas; quiero lo suficiente, lo esencial, lo verdadero. Y en ese “menos” encontré espacio para respirar, para sentir, para volver a mí. Quizá ahí, en ese lugar donde la vida cabe con calma, siempre estuvo la abundancia que buscaba.

Share this post