Hace poco escuché una frase que me tocó a profundidad:“Vivir con coherencia es ser auténtica y decir que no cuando algo no resuena contigo.” Y desde entonces no dejo de pensar en cuántas veces decimos sí cuando por dentro algo grita no. En cuántas ocasiones hacemos, respondemos, aceptamos o continuamos por inercia, por miedo, por complacer, por no desentonar. Pero la incoherencia pesa. Se siente como un ruido interno que no sabes identificar, pero que te roba energía. Y llega un momento en que te das cuenta de que no puedes seguir viviendo desconectada de ti.
Vivir con coherencia no significa tenerlo todo resuelto. Significa vivir en sintonía con lo que sientes, piensas y haces. Que tus acciones reflejen tus valores, esos principios invisibles que te definen cuando nadie te ve. El psicólogo Francisco RiveraRufete, gerente clínico del servicio de psicología online Unobravo, lo explica con claridad para Telva:
“Vivir con coherencia implica una forma de vida en la que nuestros pensamientos, palabras y acciones están alineados con nuestros valores más profundos. Es actuar con autenticidad, tomando decisiones que reflejan lo que realmente nos importa.”
Rivera recuerda que esta alineación no ocurre por casualidad. Es un proceso consciente que requiere atención, auto observación y honestidad. No se trata de alcanzar la perfección, sino de volver a ti misma cada vez que te desvías.
Y es que he aprendido que la coherencia se parece mucho a la paz. No a la paz idealizada, sino a esa calma silenciosa que llega cuando dejas de traicionarte. Cuando eliges decir no a lo que no vibra contigo, aunque incomode. Cuando te das permiso de soltar lo que ya no se siente bien, aunque antes haya tenido sentido. Y también cuando entiendes que fallar no te quita valor, solo te recuerda que estás aprendiendo a vivir con más verdad. Ser coherente no significa no equivocarte, significa reconocerlo con humildad y seguir adelante sin dejar de escucharte.
También hay que diferenciar algo esencial: los valores y las metas. Los valores son los principios que nos guían, como la honestidad, el amor o la libertad, mientras que las metas son los objetivos concretos que queremos alcanzar. Las metas cambian, los valores no. Cuando tus metas se construyen sobre tus valores, tu vida fluye; cuando se oponen, aparece el conflicto interno.
Y en un mundo lleno de distracciones, velocidad y comparaciones, vivir con coherencia se convierte en un acto de rebeldía. No porque busques destacar, sino porque eliges pertenecerte.
Hoy me reafirmo que la coherencia es el nuevo lujo emocional. No se compra, no se muestra, no se presume. Se vive. Y cuando logras habitarla, la vida se vuelve más ligera, más honesta, más tuya. Porque vivir con coherencia no es solo el arte de estar en paz contigo, es el acto más valiente de amor propio que puedes practicar.